Los plataneros, como este del parque de la Taconera, cada año pierden parte de su corteza, señal de que están creciendo. De pequeño, cuántas veces recuerdo cómo agarraba algún trozo de esas cortezas caídas al suelo, y los iba desmenuzando poco a poco con las manos. Me encantaba esa sensación de rotura, y el sonido que emitía. Con estas lluvias, los troncos de los plataneros ofrecen estas bonitas composiciones.